sábado, 31 de julio de 2010

HOY he dejado de entender el mundo.

viernes, 30 de julio de 2010

Chiste (por mi cara) y jeroglífico (por la intención) fotográfico.

Famosa novela de Haruki Murakami.



Solución: Kafka en la orilla.


JUARF!

miércoles, 14 de julio de 2010


ἑτερόκλιτος


...o quizás realismo mágico.

martes, 13 de julio de 2010


Es martes 13 de julio. Parece que ya he sobrevivido a algo más de mitad del año.

Enero comenzó con situaciones extrañas en las que nunca me hubiera querido ver, haciendo esfuerzos y guardando las absurdas apariencias, en definitiva, siendo hipócrita conmigo mismo. Cegado ahora muy bien no sé porqué cojones, porque fue una de esas cegueras que se curan con el tiempo o con una buena hostia, como fue mi caso. Volví a desconfiar, como debí haber hecho siempre. Y me dieron de donde menos lo esperaba, como menos lo esperaba y con la guardia baja, muy baja. Entretanto Madrid decidió teñirse de un blanco no esperado, lo que hizo que todas esas réflex recién regaladas en reyes, salieran a la calle a estrenarse en manos de a los que, indulgentemente, llamaré novatos dueños.

Tener incluso que aguantar un "Hay, qué chuli... tú también eres fotógrafo", escupido por los labios de una chica que no sobrepasaría la veintena, pero que tampoco bajaría de la minoría de edad, creo que hice bien en contestarle en otro idioma, haciendo un poco de teatro y alejándome de aquella nauseabunda estampa. En aquel momento tenía una necesidad pseudocubierta y, claro, hice teatro en una dirección y no en otra en base a esa necesidad.



Enero... el mismo mes que rompió ilusiones, anhelos, esperanzas, deseos, ánimos, mi confianza, mi fe, mi seguridad en mí mismo y mi manera de ver la vida. Muy épico todo ¿no?. Continué el camino cabizbajo, sin percatarme de nada más. Vaivenes de la vida lo llaman algunos hasta que llegó el 31.

Febrero, es el mes que me hizo tocar el suelo con la cara al desplomarme y enseñarme que no quedaba otra que volver a levantarse y comenzar de nuevo, aunque fuera hacia abajo. Valencia me acogió un par de días, para la estación, el hostal y poco más que una facultad y la cárcel en sábado.



"Todo sería mejor si acabáramos de buenas" y otras doce mil excusas que ni buscan ni encuentran nada. Toqué de nuevo un extremo y me di la vuelta, corriendo en otra dirección, a por otra meta. Volví a lo de siempre, salí e hice lo que pude, pero lo que pude nunca fue suficiente. Pero supongo que dio igual. Me cansé, me llené de barro, sudé como para rellenar piscinas, aguanté la respiración y lo giré lentamente con las yemas de los dedos, esperando siempre el momento justo... ese momento que a veces parece que ni llega, ni quiere llegar, pero que sólo llega cuando te cansas.

Hilar se me hace cada vez más difícil, pensar cada vez más costoso. Prometo seguir un horario y establecerme unos límites que nunca sigo.

Traté de seguir la máxima de Apolo y conocerme a mí mismo, pero soy ese tipo de personas a las que no aguanto.

Entre estertores que me hacían caminar en dirección contraria a la catarsis llegó Marzo, mes que no me impulsó hacia ninguna purificación, si no que fue el preámbulo del descenso a las pasiones más bajas y mundanas que pueda cosechar el hombre y que, en este mes, iba a sembrar ya en agostado emplazamiento.

Me di cuenta de que importarle, lo que se dice importarle, no le importo a casi nadie; y que aquello de que se puede contar a los que de verdad valen con los dos es, imponentemente, real. No recuerdo ahora muy bien qué autor, o puede incluso que esto lo haya pensado yo y sea tan gilipollas de no recordar que he sido yo y que se lo esté endilgando a alguien; dijo (o dije, vete tú a saber), que para comprender las cosas no hay que estudiarlas sólo pormenorizadamente, si no que hay que entenderlas, conociendo su estructura interna y concebirlas en un plano general y que, por ejemplo, el hombre ha de ser estudiado sentado en un sillón dialogando con un psicoanalista y desde un helicóptero, hormiguitas diría un niño que parecemos, pero que, sin embargo, una persona sólo se relacionará con lo que considere él como cercano y que temas como la fidelidad, sólo son razonables y coherentes cuando existe una cercanía tal que no permite otra cosa; la verdad, yo tampoco lo entiendo demasiado bien, aún bajo la posibilidad de haberlo pensado yo.

En otro orden de cosas, llega Abril, seguimos con un frío de cojones, nieve, lluvia y truenos como si los hubieran cogido en un 2x1 en cualquier supermercado de barrio.





Decido, en la medida de lo posible, alejarme de lo que pueda y preparo un genial viaje, lejos de aquí. Todo lo lejos que pude irme. Redescubres, otra vez casi como si fuera nuevo, que el ser humano es imbécil y que merece la pena discutir por todo, enfurruñarse por nada y amargarnos la existencia por cuatro diferencias que no nos llevan muy bien a nada. Desesperanza por dos tonterías perfectamente solventables con aunarnos para el único objetivo que teníamos en común... aunque luego todo se fue a la mierda. Islandia y un volcán que casi nadie es capaz de pronunciar, o incluso a veces de memorizar, me jodió las "vacaciones". Así que tuve que improvisar, y así es como, por su culpa, Sevilla me acogió con los brazos abiertos. Aunque sea como cualquier otra ciudad, excepto por el horrible calor, el acento y el puñado autóctono de imbéciles que debe rellenar el 90% del censo (vamos, como en casi cualquier sitio). Quizás sea éste es el punto de inflexión en este año, entre el 29 de abril y el 2 de mayo, Sevilla, el calor, la honradez y un par de buenos recuerdos sobre lo que nunca pasaría en un aeropuerto de Tokio.







Mejor humor y pensando en cumplir el primer y el último mandamiento délfico: conocerme a mí mismo, decidí hacer todo lo posible a mano. Mi letra es horrible, las dedicatorias de los libros que regalé sólo han sido desencriptadas una vez, cuando el que recibió el presente me pidió que leyera aquello.

Creí poder sonreir un poco al sol que a veces se asomaba y preparé fuerzas para los exámenes, sin saber muy bien que debería haber preparado fuerzas para algo más.

Así pues, Mayo discurrió sin saber muy bien como, entre tensiones y tontunas.



Hasta que Junio llegó para joderme, desconozco qué hice para merecerlo, pero así es, este mes llegó.

Aquí es cuando yo levanto la vista y sólo veo humo blanco saliendo no sé muy bien de donde, mientras me duele el pecho, el cuello y la nariz; todo va lento, muy lento... estoy cansado, mareado y tengo ganas de vomitar. La impertinente lluvia sigue cayendo sobre mí, calándome entero, empapando el zombie que teóricamente creo que fui. Maldigo y poco más. Falta de formas por un lado y un bonachón descontextualizado hacen que finalice aquella fatal noche.

Y así hasta que llegamos al presente mes, hastiado de todo esto, escribo como me da la puta gana bajo la presión de que sólo yo me voy a leer y me aprovecho de la estupidez de que todo el mundo pueda tener este pequeño rincón que creemos un balcón de nuestro baluarte desde el que criticar y soltar improperios y críticas hacia esa amalgama de chorradas y memeces que vivimos y que conforman nuestra vida. Hago lo que hago porque puedo y porque me da la puta y real gana. Escribo como quiero, porque quiero y fin.




Si eres un quisquilloso y has leído ese sonreír sin tilde, bien por ti.



Every word, every thought, every sound
Every touch, every smile, every frown
All the pain we've endured until now
All the hope that I lost you have found
Yourself to me