sábado, 30 de mayo de 2009

La duda

La biblioteca está medio vacía. Normal, son las 5 de la madrugada de un viernes. Estoy ocupando cuatro plazas con un RedBull abierto encima de la mesa, el atril atestado de papeles, un manual de Derecho Civil, el Código Civil y una bolsa de Smarties. Uso dos sillas, una para mi trasero y mi espalda y la otra para mis pies semidesnudos, me dejo los calcetines.

Echo la cabeza hacia atrás y me cruje el cuello. Inspiro y vuelvo a leer la misma puta frase: "... facultado de manera explícita en el artículo 6.2 de la Ley de Registro Civil". Ni puta idea de qué artículo es. Me desespero y suelto aire violentamente.

Pasan dos de estas típicas niñas pijas que han comido más pollas que leído libros y me miran con desprecio. Cuchichean.

- ¿Y a ti qué coño te pasa? - demasiado alto, demasiado directo, demasiado claro. Mal lugar y, desde luego, mala elección.

Mirada de sorpresa-odio por su parte. Pero no me dicen nada. Joder... qué mierda de día llevo.

Me calzo, recojo todos los papeles que tengo encima de la mesa, me pongo la sudadera y salgo de la biblioteca.

De camino a casa hay una plaza, enorme, en la que no hay absolutamente nada. Esta plaza me recuerda a mí. Es curioso cómo es todo esto... la vida, digo, es una extraña mochila que, cuanto más vacía, más pesa.

Tiro la mochila en el suelo y me tumbo a mirar las estrellas. Hoy se ven unas pocas, aunque no sería capaz de distinguir ninguna de ellas, nunca he tenido ni idea de buscar constelaciones.

Qué asco de temporada.

En esta vida hay que vivir de todo, o al menos intentarlo. Haría feliz a cada persona que no haya experimentado la felicidad; también haría que cualquiera que sólo haya sido feliz pasara un momento aciago.

Vivo inmerso en esta desdicha. Pienso, reflexiono. Miro al cielo taciturno, melancólico, compugnido... una estampa casi luctuosa.

Estoy harto de los cambios, aunque los necesito.
Estoy harto de los agobios, aunque son forzosos.
Estoy harto de los infortunios, aunque son inesquivables.
Estoy harto de la soledad, aunque es inevitable.
Estoy harto de ella... aunque es, para mí, ineludible.

Sólo sueño con despertar.

Desde hace seis meses parece que sólo pierdo a gente, me fanatizo en la idea de que no hay reminiscencia posible para ciertos aspectos de mi vida que ya han quedado muertos.

Me hastío de vivir solo entre gente, con la mirada perdida. A punto de desaparecer a cada momento que pasa.

Me incorporo y escupo a mi lado. Odio escupir.

Me cuelo en el parque de al lado y meo entre unas plantas.

Mañana será otro día, otro día igual.

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