martes, 13 de septiembre de 2011



Puede que ya, a estas alturas, no te lo creas pero sin embargo, no obstante hace mucho, fui una persona normal, incluso podría llegar a decir que una persona que fue feliz.

Entonces me preocupaba por otras cosas, otras responsabilidades y otros gastos pero, en el fondo, era eso... feliz.



Hay una especie de axioma dentro de mi anormal comportamiento en exámenes. Fundamentalmente, no me hago muy bien a la idea de cual es el porqué, tiendo a pensar en muchas cosas. Entre ellas suelen dejarse caer el hecho de que debería ser más ahorrador o como ha sido mi vida.

Soy una persona que carga mucho con el pasado, cualquier persona que me conozca lo sabe y, a algunas (pocas) lo comprenden. Pero, aunque soy muy joven (soy consciente de ello) siento que me voy haciendo demasiado mayor a pasos agigantados. Es raro, pero sé que me acerco a un punto de inflexión en mi triste existencia, estoy a un año académico de terminar mis estudios y laurearme como un nuevo Licenciado en Derecho. Y, por extraño que pueda sonar viniendo de alguien que no disfruta precisamente de su carrera, no me apetece. No quiero terminar la carrera, es ahora cuando le estoy empezando a coger cierto gusto a los enormes temarios, a las leyes, a las interpretaciones e incluso a la jurisprudencia (aclarando, claro, que en algunos ámbitos que me importan).

De un tiempo a esta parte, siento como si llevara una gran mochila en la que voy echando preocupaciones que me van atormentando. En general soy una persona muy negativa, puedo resumir mis cinco últimos años en la decepción de Aula con Criminología, en terminar un bachillerato que (tampoco) quería acabar, un desafortunado final para un primer "amor" (lo de las comillas es para dar añadirle otro toque tragicomédico...), el inicio de una carrera que detestaba, el inicio y final de algo que me ilusionó y me desilusionó a la misma velocidad como fue el chino, la tiara de ciervo con denominación de origen manchego (o eso siempre creí), la defunción de un familiar y de un amigo, el día en que mi madre desapareció de madrugada y el "tranquilízate y vente al hospital", lo que quise que funcionará, que jodí y que terminó en un "adiós" que yo quise que fuera un "hasta pronto", la traición y las mentiras sobre las que suprayacen las personas, como casi muero, el año en el que no quise a nadie y la crisis de fe en mí mismo y el "no sé qué cojones hacer después de esto" que me invade todos los días.

Echar la vista atrás y pensar... joder, entonces estaba mejor y, bueno, me quejaba lo mismo. No sé si es culpa mía o es que la vida sigue hacia abajo hasta que toca fondo y luego escava.

Sea lo que sea, esto es una mezcla entre tensión, desgana e incertidumbre.

Ahora hablo menos con la gente, soy más arisco y más distante. No sé si decir "lo siento" o "te lo advertí".










Las fotografías que encabezan esta entrada son fotografías que me encontré anoche mientras colocaba algunas fotografías nuevas y decidí revisar las antiguas, topándome así con un montón de recuerdos, algunos agradables y otros no tanto. Ambas fotos son una mezcla de estos dos sentimientos (ambas son próximas a una despedida). La primera es del 23 de diciembre de 2007 y la segunda lo desconozco en absoluto, pero la situaría en torno a abril de 2008.

Son fotos que ni recordaba que existían y que, me hicieron pensar en entonces, en ahora y en como ha cambiado todo, incluido yo. No tengo nostalgia de aquella época, tengo nostalgia de aquella sensación.

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