jueves, 24 de junio de 2010

Cuando, poco a poco aunque en realidad de golpe, te das cuenta de que nadie, ni siquiera uno mismo, se salva de aquellos motivos que nos hacen despreciables.

De nuevo, apología de Tito Plauto. Misógino para algunos y realista para mí. El refrán de la paja en el propio y la viga en ajeno. Lo traigo de nuevo a mi memoria y me sigo sintiendo un neófito del odio, aunque roce la categoría de maestro.

Odio, rabia e impotencia. Día tras día.

El engaño, las máscaras y los disfraces, a veces tan bien hechos que parecen reales incluso de cerca. La pedantería, el ego como despótico comportamiento y sobretodo, la hipocresía como lábaro inamovible.

Una mácula más de la plepa.


Que me dejes en paz, coño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario